miércoles, 27 de febrero de 2008

¿Y AHORA QUE? (PARTE I)

Olas imponentes…Un mar tan ancho y largo como el cielo.

Las olas chocan contra las grandes rocas al costado del paisaje y un estruendo se escucha como una multitud aplaudiendo a una, y a pesar del ímpetu, de la fuerza con la que vienen danzando desde la lejanía, parecen rendirse humilladas a la orilla.

A lo largo, el cielo parece unirse al majestuoso mar, cuyas aguas son tan puras y cristalinas, tan limpias y su color tan azul como el cielo que puedes observar la gran variedad y exclusividad de peces que brinda este particular mar. En ocasiones puedes observar la presencia de unas algas rojas flotantes que a menudo aparece agrupándose en placas rojas y rosáceas en la superficie de estas aguas.

El sol brinda sus últimos rayos… Estos se reflejan en la superficie del mar…El cielo parece encenderse en llamas mientras el atardecer se despide y esas llamas van extinguiéndose a medida que el manto de la noche cae sobre el cielo…Una luna nueva se vislumbra, y miles de estrellas le acompañan. Así las olas, motivadas por la luna, comienzan su fiesta nocturna, atreviéndose a ascender aun más, aumentando el estruendo en la orilla. Entonces, algunos peces, se despojan de su timidez y se asoman a la superficie con ligeros saltos. La brisa baila mientras se dirige a quien sabe dónde…Y a su paso, acaricia suavemente todo cuanto consigue en el camino.

¿No le gustaría a usted estar acampando frente a este hermoso paisaje? ¿No le gustaría sentir las suaves y frías caricias del viento? ¿No le gustaría contemplar ese atardecer reflejado en el mar?

Es un ambiente ideal para hacer una fogata y sentarse frente a ella…Para estar en compañía de tu pareja, o de tus padres, o de tus hijos…Para compartir con tus amistades, las que han estado contigo siempre…Es ideal para reír, para recordar…

Y por supuesto es inevitable pensar en Dios… Su amor al regalarnos una vista como esa…Su poder al encerrar entre sus límites un mar bravío…Su cuidado al separarlo de la tierra y del cielo…Su soberanía al permitir a sus olas danzar y humillarlas a la orilla.

¡Que bueno es Dios!

Y tanta bondad nos brinda la seguridad de que Dios, sin duda alguna tiene cuidado de nosotros. Sin duda cumplirá sus promesas, sin duda nos brindará un buen porvenir…

Y frente a ese mar hay un pueblo completo acampando. Hace un par de horas eran esclavos…Ahora son libres, libres como el viento que acaricia sus rostros…Y la libertad brinda una sensación en el alma que te hace apreciar todo cuanto ves.

Así que posiblemente el mar esa noche luce mejor que nunca y regala el más exclusivo de sus espectáculos. Los padres sonríen y abrazan a sus esposas mientras ven a sus hijos correr por la orilla del mar; una que otra madre llora, pero no se confunda, son lagrimas de gratitud, de agradecimiento al Dios que creo ese mar y que ahora les regala la libertad…Es que sus hijos no crecerán cómo eslavos y no sufrirán el oprobio que ellos han sufrido. Para los ancianos la libertad no ha llegado tarde…Sino a tiempo, unos años más, o tal vez meses o quizá días y no habrían podido sentir la fragancia de la libertad. “Gracias Dios” balbucean unos que otros.

En este momento, las aflicciones de ayer no importan, ya se han olvidado…Incluso las fogatas encendidas van cicatrizando las heridas en el alma, las heridas que la esclavitud produce son más profundas…Los jóvenes sentados frente a las fogatas descubren que es posible soñar…Comienzan a sentir esa sensación tan agradable que invade la mente y la embriaga de esperanza doblegándola ante el corazón. Ellos sonríen…Solo sonríen.

Los niños nunca son esclavos…Ellos no perciben tal estatus. Pero hoy han notado en sus padres una tranquilidad inusual…Por momentos en medio de sus carreras a la orilla del mar, ante el asombro de ver aquellos peces saltando hacia la superficie, una sensación les invade…la tranquilidad en sus padres provoca en ellos algo difícil de describir pero se siente bien…Es que comienzan a sentir la diferencia de la libertad.

Y sentado sobre las rocas junto a su hermano está el líder. El hombre que encabezó el movimiento, simplemente el hombre…Él nunca había sido esclavo, no como ellos…Pero hasta entonces había estado insatisfecho. Ochenta años de vida queriendo lograr algo significativo (y no le reprochen pues un líder nace con esa sed de alcanzar metas…). En sus últimos cuarenta años su alma había estado esclavizada, por el temor a intentarlo y el miedo a morir siendo un don nadie. Sus ojos brillan. Él siente la libertad del pueblo y ese sentir le libera el alma. Justo cuando creyó que era tarde…Cuando creyó que no había recursos…Cuando no era más que un forastero…

Frente al mar hoy puede entender que como las poderosas olas se humillan en la orilla, Dios tuvo el detalle de humillarlo a él. Y como el vaivén de las olas que finalmente se rinden a la orilla producen aquella agradable y libre brisa, su humillación produjo la libertad que hoy todos disfrutan.

Pero espere un momento. Pues un ruido extraño proviene de la lejanía. Y una tormenta de arena parece aproximarse. Y la tierra suelta vibraciones. ¿Es que acaso este paisaje podría ser dañado por un cataclismo?

No, no es un cataclismo, o por lo menos no uno natural, no se trata de una tormenta, o un torbellino, no es un huracán ni un terremoto. Es aun peor. Es gente a caballo y carrozas que vienen hacía ellos. No, no son simplemente gente. Es el ejército del faraón.

La mente se nubla por un momento, eso nadie lo esperaba… Los padres dan la espalda a la tormenta de arena que se aproxima a lo lejos producida por la marcha del poderoso ejército… Impulsados por un instinto de proteger, corren hacia la orilla del mar, sus esposas van tras ellos. Los padres toman a los niños, las madres se los arrebatan de los brazos para ellas sostenerlos. Ellas lloran mientras besan a sus hijos. Ellos sienten un nudo en la garganta. El pueblo entero se mira entre sí, nadie dice nada, no con palabras…Los más jóvenes se acercan a los ancianos… Entonces los pensamientos traicionan. Las esposas piensan que debieron ser más duras con sus esposos, no debieron secundar la idea de seguir a ese hombre que les prometía libertad. Ellos piensan que no debieron decidir seguir a Moisés. Los más jóvenes se sienten culpables por no persuadirlos de la posibilidad de que esto ocurriera. Y los ancianos… ¿Acaso no son los ancianos portadores de sabiduría? Debieron saberlo. Todo el pueblo está agrupado…Todos son victimas de las más severas emociones…Desesperanza, desconsuelo, incredulidad, ira, frustración, indignación…Todas se han dado cita para destruir el ánimo de un pueblo.

Ahora el cielo es muy oscuro, tanto como para encontrar a Dios… Las estrellas parecen ir borrándose del cielo… La luna se oculta tras la presencia de una densa nube negra… El mar… Es tan profundo y largo como para nadar hacia el otro lado… ¿Por qué tuvo Dios que crearlo tan largo? ¿Para qué tanta profundidad?, peor aun… ¿Por qué tuvo que crear justo en ese lugar ese mar? ¿O es que Dios no sabía que en ese momento ellos necesitarían un camino para seguir? Ahora Dios no parece suficientemente bueno… Ahora no es tan poderoso…

Y allá parado sobre una roca, observando el ejército aproximarse y el pueblo atemorizado, está el hombre. El brillo en sus ojos parece desaparecer…Sus manos intentan temblar… Su voz se a apagado…El sabor del triunfo se vuelve amargo. Habría sido mejor haberse quedado pastoreando ovejas…Cómo pudo pensar en la estúpida idea de liberar a un pueblo…Ahora sería el responsable de una masacre. Aquellos padres confiaron el futuro de sus familias en él… Porque él les aseguró y les demostró con algunos “trucos” que había sido enviado por Dios…Pero esperen… Realmente fue enviado por Dios… Y entonces ¿cómo puede estar, junto al pueblo que se unió a su sueño, arrinconado frente al mar por un ejército?

El pueblo entero se aproxima a Moisés… Y dejan escuchar sus quejas… “- ¡Ves lo que has hecho llenándonos de esperanzas! ¡Haciéndonos creer en un estúpido sueño de libertad! ¿Acaso necesitábamos esto? ¿Necesitábamos la libertad?... ¿No era mejor ser esclavos que estar muertos?”

Ya el pueblo se daba por muerto…Pero no los culpe. A nadie le agrada ser perseguido por un ejercito…A nadie le gusta ser el responsable de la muerte de sus hijos y esposas…

Quizá Ud. puede entenderlos ahora, si, quizá recuerde que Ud. mismo ha estado frente a ese hermoso mar que se ha convertido en su aflicción…

¿No era hermoso su matrimonio? ¿No tenía puesta su mirada en un futuro alegre y fructífero junto a la mujer, o el hombre, que ama? Entonces, ¿cómo es que ahora no queda una solución que no sea el divorcio?...

¿No era su hijo la alegría de su hogar? ¿No era el orgullo de sus ojos? ¿Qué va a pasar entonces ahora con las ilusiones de verlo crecer? ¿Cómo es que una enfermedad amenaza con arrebatárselo?...

¿No disfrutabas de aquellas cenas con papá y mamá? ¿Cómo es que ahora debes decidir con cuál de los dos vivir?...

¿Cómo es que ya abuelo no te contará sus historias? Sabías que moriría pero no contabas con que fuera tan pronto…

¿No es que ibas en asenso dentro de la empresa? Tenías tantos planes, proyectos… Decidiste adquirir aquella deuda con el banco confiando en un contrato indeterminado… ¿Por qué no te advirtieron que planeaban una reducción de personal?...No habrías contraído esa deuda…

Todo estaba planeado minuciosamente… Finalmente decidiste invertir tus ahorros en ese proyecto… Tus amigos te dijeron que lo hicieras, que no había riesgos… Muchos incluso te ofrecieron su ayuda… Tenías tantas esperanzas en que funcionara, tanto tiempo orando para que así fuera… ¿Por qué no funcionó?

¿No tomaste una decisión aferrado a una promesa de Dios? ¿Por qué entonces todo resulta tan negativo? ¿Cómo es que tu decisión ahora causa tu aflicción y la de los que te rodean?

Y ante ese mar tan ancho y profundo, y ese cielo oscuro… Ante la incertidumbre… Cuando la desesperanza ataca… Cuando el desconsuelo humedece tus ojos… Cuando la incredulidad nubla la mente… Cuando la ira embriaga el alma… Cuando la frustración toma el control de tus sentidos y la indignación el control de tus actitudes solo surge una pregunta…

…¿Y ahora qué?...

Yo he estado frente a ese mar… Yo me he preguntado eso… ¿Y ahora qué?... Es que no estaba preparado para esto… Es que no contaba con que las cosas salieran así… Es que no planeé defraudar a mi familia, a mis hermanos, a mis amigos… Realmente me esforcé por no caer de nuevo en ese hábito…

Y allá viene ese ejército que había quedado en el pasado, viene dispuesto a arrebatarme la vida… Y ha logrado turbarme… Me ha quitado la paz… Ha convertido el más particular de los mares en mi aflicción… Ha asesinado mi fe… Me ha robado el futuro… Y me siento atrapado… Mi mirada se pierde en la nada… Mi sueño ha desaparecido… De solo pensar en mi futuro mi respiración se corta… ¿Y ahora qué?... ¿Y ahora qué?... ¿Y ahora qué?...

Un nuevo día llegará ¿Para qué?... El sol brillará de nuevo ¿Ya qué mas da?... Seguro hay un propósito en esto ¿Por qué de esta forma?... Todo esto pasará ¿Y mientras tanto qué hago?...

2 comentarios:

Keila dijo...

Me gusta el cambio de "look". ¡Felicidades!

GUSMAR SOSA dijo...

Gracias por tu opinión,he tomado muy en cuenta tus sugerencias, podrás notarlos en las proximas visitas, gracias por todo.